domingo, 11 de marzo de 2018

ANCASH: PROBLEMA ABIERTO - POR ELMER NEYRA VALVERDE (PISCOBAMBA)


ANCASH: 
 
PROBLEMA ABIERTO

Por Elmer Neyra Valverde

En el umbral del bicentenario de la creación primigenia y generatriz del hasta hoy denominado departamento de Ancash (12 de febrero de 1821), no hay precisión semántica de este nombre. Sea la procedencia lingüística  o bien su significado válido. Razones por las que podemos lanzar, si cabe el término, apenas unas posibles tentativas de hipótesis referidas a su acepción toponímica.

La génesis del  vocablo Ancash provendría del quechua regional, justamente del quechua Ancash-Huailas, de la voz   “Ankash”. Significa liviano, ligero. Tal acepción es la misma en la subregión trasandina. Pero en relación a “anka, que nombra en quechua al gavilán, ‘ankash’  significa no pesado.
 
 
Nevado Alpamayo: icono geomorfológico de Áncash

 
Cabe que se dé esta variante anqas - ankas - ankash (azul intenso- lo dice el estudioso Carranza Romero), que lo conllevará a decir Ancash, territorio enmarcado por un cielo azulado.  En el distrito de Casca (provincia de Mariscal Luzuriaga) hay un paraje que se llama “Anqash” cuyo significado no está establecido, está  cerca  del poblado  Ranracolca.  Pero al frente,  en el distrito de Pomabamba, está el centro poblado, con nombre  “Angascancha” que derivaría de las voces  ‘anqash’ y kancha’; cuyo significado pudiera entenderse como  “espacio limitado de anqas”. ¿Pero qué es anqas o anqash?... Quizás una planta desaparecida, cuyo nombre haya variado o que pasó al olvido. Hay otro caso, el  de ‘Angasmarca’, que provendría de la voz culle ‘anqas’ cuyo significado es totalmente desconocido. Pero  ‘Angasmarca’ es un distrito de Santiago de Chuco, colindante con el departamento de Ancash. En  situación similar, hay varios pueblos cuyo nombre remata con el toponimizador ‘marka’: Pariamarca, Cajamarca, Lucanamarca, etc. Pareciera que la voz marca del castellano  (que denota un antiguo territorio fronterizo) haya sido usada en las diversas variedades del quechua, desde tan pronto que arribaron  las mesnadas españolas y sus sueños de El Dorado.
 
 
La peruanísima y rediviva Yungay

 
Los nombres de colores, generalmente, se usan en topónimos como adjetivos: pucajirca de ‘puka hirka’ (cerro colorado), paraje o poblado reiterado en distintas provincias.  “Yana allpa”, tierra negra. Yurajyaco de ‘yuraq yaku’, agua blanca. Pero anqas, solo, suelto, en la filosofía toponímica andina, no podría referirse a un territorio. Pero sí  el nombre de una planta o animal puede nombrar un paraje, un lugar o un territorio geográfico delimitado.  ‘Sapruu’ es una planta y nombra justamente el sitio donde abundan estos vegetales. Lo mismo tsintsanku, anqush, tsillka, willka (planta hallada en el monumento arqueológico de Chavín de Huántar). Hay lugares que llevan nombre de animales sin aditamentos: Pishqush (Piscos); Pumash (Pomas); Wishkash (Viscas); Waychuu ( Huaychó). Al menos no se detecta un lugar, sector o territorio, únicamente con nombre de yana (negro), puka(rojo), yuraq (blanco), qallwa( amarillo), llanlla (verde), uqi (plomizo), suqu (grisáceo), y de ahí sería excepcional que un territorio se llame anqas o azul, ni en la más pequeña dimensión, contradiciendo esta tradición y forma andinas de nombrar lugares o diversos referentes geográficos. No olvidemos que una lengua es todo un sistema y, si es menos contaminado, no acepta excepciones, algo como un programa computacional, según lo dice el experto Noam Chomski.

Esta ocurrencia  de rebautizar un departamento peruano se debe a una decisión ligera, descomedida e impertinente de Agustín Gamarra,  quien quiso honrar la victoria de la expedición chileno-peruana,  comandada por el chileno Manuel Bulnes, sobre  el ejército peruano-boliviano, mandado por Santa Cruz. La batalla se realizó en el cerro de Pan de Azúcar   y cerca de la pequeña vena fluvial de “Ancash” (provincia de Yungay). Algunos hablan de río,  que no es, tampoco  cerro. Es un riachuelo que baja de la cordillera Blanca y desemboca en el río Santa. La desembocadura está entre Carás  y Yungay. Se destrozó militarmente el proyecto de la Confederación peruano-boliviana. Para honrar esta victoria, en Chile hay una población llamada  Yungay, fundada posteriormente de la fecha del encuentro armado. El 20 de enero de 1839, luego del indeciso amago de Buin, se realizó la llamada batalla de Yungay, entre las fuerzas restauradoras  que,  en el fondo solapaban la pretensión expansionista de Chile. Por los restauradores participaron en la jefatura: Vidal, Castilla, Eléspuru, Dellepiane, Gamarra y Bulnes. Perdieron Santa Cruz (ex presidente del Perú) y sus subjefes seguidores Morán, Quiroz entre otros.

Para perpetuar el nombre de esta batalla, el 28 de febrero de 1828, Gamarra, presidente provisorio, cambia el nombre del departamento de Huaylas por de Ancachs (ad pedum literae). El trígrafo chs, al entender del legislador correspondería al fonema quechua sh (sha), que se pronuncia como en el inglés, como en cash (efectivo) o brush (cepillo). Recién en la ley de creación de la provincia de Yungay aparece la palabra ‘Ancash’, tal como se usa, actualmente, al nominar este departamento. La misma disposición cambió el nombre de  la villa de Yungay por la de villa de Ancachs, que en ningún momento se ha usado, tal como  el caso de la capital de Ayacucho que siempre se llama Huamanga.  Este acto exaltado del peor presidente del Perú, a decir de El Comercio, es un innecesario reconocimiento a una feroz punzada del corvo sureño, lo expresa  Felipe de la Barra. Por lo dicho, los actuales ancashinos no lo estiman como digno de celebrarse este renombramiento, menos que sea hito fundacional del departamento instituidor de la República del Perú. Por lo que, en lo que va del siglo XXI, se conmemora como la fecha liminar el 12 de febrero de 1821; hito en  que don José de San Martín, en el territorio liberado por las fuerzas independentistas, creó varios departamentos, entre ellos el departamento de Huaylas, que ingratamente un golpe felón y la agitación de la coyuntura lo trocó por un topónimo,  que hasta después de 180 años de uso  legal pero no legítimo, su significado ni su auténtica raíz idiomática están esclarecidos, tal como se ha esbozado en este esfuerzo rudimentario de solución y saber qué significa: el no fácilmente descifrable topónimo “ancash” y no seguir agarrándonos de un nombre color de poesía o encariñarnos con un poético título de una obra de Rubén Darío.

Lima, 11 de marzo de 2018.
 


 

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